Guía tu cuerpo

No son pocas las personas que un día se miran en el espejo y notan la presencia de una nueva arruga en la piel que no estaba la noche anterior. Si este es tu caso, debes saber que la piel sirve para muchos propósitos y la del rostro está especialmente expuesta, por lo tanto, es tan propensa a sufrir daños evidentes.

Aunque existen factores que propician el envejecimiento prematuro de la piel facial, puedes tomar algunas medidas para contrarrestarlo.

10 factores que propician el envejecimiento prematuro de la piel facial

1. Sol. La exposición al sol es un factor trascendental, incluso, más importante que la edad cuando se trata de la aparición de manchas, arrugas, reducción de la elasticidad y flacidez de la piel. De hecho, el 70% del proceso de envejecimiento de la piel se debe a la cantidad de luz solar a la que la piel está expuesta a lo largo de la vida. La radiación solar acelera la destrucción de las fibras de colágeno en la piel a través de un proceso de oxidación volviéndolas rígidas y frágiles y su estructura básica se destruye, un fenómeno conocido como elastosis solar.

Los procesos de oxidación acelerada también dañan el material genético en las células de la piel y causan una división anormal de estas. Así, la radiación solar también aumenta el riesgo de lesiones malignas y premalignas en la piel y, por lo tanto, provoca que la piel esté áspera, delgada y arrugada. Más allá de eso, la exposición prolongada al sol daña las glándulas sebáceas y hace que la piel esté seca y sensible.

2. Fumar. El tabaquismo causa finas arrugas prematuras que aparecen normalmente en lugares donde la piel es muy fina, como los lados de los ojos (líneas de la sonrisa) y por encima del labio superior. Estas arrugas típicas de fumadores pueden aparecer 10-15 años antes de que aparezcan las de las personas que no fuman.

La razón de las arrugas prematuras entre los fumadores se debe a la reducción del nivel de vitamina C en la sangre, que como promedio es un 60% menor que el nivel encontrado en la sangre de los no fumadores. La vitamina C es un componente clave en la producción de fibras de colágeno que son responsables de la elasticidad y la apariencia juvenil y sana de la piel, mientras que su falta afecta la correcta producción de esta sustancia.

3. Una dieta baja en proteínas y rica en carbohidratos simples. Una dieta rica en azúcares simples y dulces hace que el tejido conectivo de la piel se vuelva rígido y pierda su elasticidad. Por otro lado, la proteína completa es importante para la producción de estructuras de proteínas que son vitales para la apariencia de la piel fresca, como son el ácido hialurónico, el colágeno y las fibras de elastina.
4. Una dieta baja en frutas y verduras. Las frutas y las verduras son la principal fuente de antioxidantes en nuestra alimentación diaria. La exposición al sol, el tabaquismo, las enfermedades crónicas y la contaminación del aire, nos exponen a daños de oxidación acelerada en nuestro cuerpo. Los antioxidantes dietéticos solubles como el licopeno, la luteína, el beta-caroteno y otros antioxidantes que se encuentran en las frutas y las verduras, llegan a las capas más profundas de la piel (dermis) y neutralizan parcialmente el daño oxidativo asociado con la exposición prolongada al sol. También las frutas y las verduras ricas en vitamina C son esenciales para la correcta producción de colágeno. Las bayas son especialmente ricas en vitamina C.
5. Genética. Nuestro cuerpo tiene una capacidad inherente para producir enzimas que funcionan como antioxidantes, así como la posibilidad para corregir el daño individual al ADN que es el código genético presente en todas las células. Estas enzimas antioxidantes producidas en nuestro cuerpo son responsables de la reparación efectiva del daño a nuestro código genético que se produce durante el proceso de envejecimiento. Sin embargo, la tendencia a reparar el daño genético y la cantidad de antioxidantes que nuestro cuerpo produce de forma natural son inherentes a nuestro genoma, por lo que nuestros padres también influyen en el grado de daño causado a la piel durante el proceso de envejecimiento.
6. Estrés. El estrés emocional prolongado provoca el aumento de la secreción de las hormonas del estrés como son el cortisol y la adrenalina. Estas hormonas del estrés aceleran diversos procesos de envejecimiento que incluyen la supresión de la síntesis normal del tejido conectivo, la carnosidad característica de la cara, además de los procesos de osteoporosis que dañan la densidad ósea y causan cambios en la estructura de los huesos.
7. Tendencia a hablar con mímica facial. La tendencia a hablar con movimientos faciales exagerados se adquiere y aprende. El uso intensivo de los músculos faciales resalta las líneas de expresión en la cara que nos hacen parecer mayores de lo que somos.

Por ejemplo, el ceño fruncido de forma repetitiva provoca la aparición de líneas de expresión entre las cejas y puede llegar a ser permanente, incluso a los treinta años. También fruncir el ceño o elevar las cejas provoca la aparición de arrugas horizontales en la frente que se vuelven más profundas en la piel. Más allá de las arrugas, el uso repetido de los músculos de expresión minimiza el control de la piel y daña la apariencia relajada y suave que es típica de una cara joven.

8. La falta de sueño. Durante la fase de sueño profundo, la glándula pituitaria en el cerebro segrega la hormona del crecimiento. Dormir sin interrupciones es en realidad una de las pocas veces en el día en que esta hormona de crecimiento se secreta en los adultos y tiene una gran importancia en el mantenimiento de diversos tejidos del cuerpo y su renovación, incluyendo el tejido de la piel. La falta de sueño prolongada es claramente evidente en la cara y acelera el envejecimiento, así como las causas de muchos otros procesos patológicos.
9. Alcohol. El alcohol causa daño a la textura y el color de la piel e influye considerable en las cuencas de los ojos. Beber una cantidad excesiva de alcohol hace que los ojos se inflamen, lo que afecta a la piel debido a la acumulación de productos de degradación tóxicos en sus capas profundas. Esto puede provocar la aparición de capilares y enrojecimiento de las mejillas y el puente nasal.
10. Depresión. Sentimientos prolongados de tristeza y desesperanza pueden causar el acortamiento de los telómeros, estructuras localizadas en todas las células de nuestro cuerpo que afectan entre otras cosas, la vida de la célula. El acortamiento de los telómeros afecta el material genético (ADN) en todas las células ya que detiene la división celular y causa la muerte celular prematura. Este acortamiento de los telómeros y el envejecimiento acelerado de las células es más visible en los tejidos que se dividen rápidamente, tales como los tejidos de la piel y el cabello. La depresión también provoca aumento de las hormonas del estrés y a menudo, está acompañada de negligencia personal, trastornos del sueño y mala nutrición, factores que también aceleran el proceso de envejecimiento.

El agua

El efecto del agua sobre la piel es controversial. Algunas fuentes afirman que el agua potable suaviza y mantiene la piel húmeda, mientras que otras dicen que no previene las arrugas y el envejecimiento ya que las primeras son causadas principalmente, por el sol, la edad y la genética. Hay quienes dicen que es cierto que la capa más externa de la piel puede sentirse áspera si no contiene suficiente agua, sin embargo, no hay ninguna prueba científica que avale que el consumo adicional de agua puede hacer que la piel seca vuelva a ser flexible. Lo que si no tiene discusión es que el proceso de envejecimiento no sólo se refleja en nuestra piel sino también en nuestro cuerpo y su funcionamiento. Todos los órganos y sistemas de nuestro cuerpo necesitan agua para regular la temperatura corporal, eliminar las toxinas, ayudar a la digestión y llevar nutrientes a las células. Las células de nuestra piel también utilizan agua para tener una mejor función y reparar los daños. Es por eso que necesitas beber agua, no solo por tu piel, sino también por tu salud en general.

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Artículo publicado por: Sandra Fernández Alonso. Última revisión: marzo 29, 2017.