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¿Qué es la enfermedad de Alzheimer?

La enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia. La palabra demencia describe un conjunto de síntomas que pueden incluir la pérdida de memoria y dificultades con el pensamiento, la resolución de problemas o el idioma. Estos síntomas se producen cuando el cerebro está dañado por ciertas enfermedades, incluyendo la enfermedad de Alzheimer. A continuación se describen los síntomas de esta condición, la forma en que se diagnostica, los factores que pueden ponernos en riesgo de desarrollarla, entre otros temas relacionados.

La enfermedad de Alzheimer, que recibe ese nombre debido al médico que la describió por primera vez (Alois Alzheimer), es una enfermedad física que afecta al cerebro. Durante su curso, ciertas proteínas se acumulan en el cerebro para formar estructuras denominadas “placas” y “nudos”. Esto conduce a la pérdida de las conexiones entre las células nerviosas, y finalmente, a la muerte de dichas células y la pérdida de tejido cerebral. Las personas con la enfermedad de Alzheimer también experimentan la deficiencia de algunos productos químicos importantes. Se trata de mensajeros químicos que ayudan a transmitir señales por todo el cerebro. Cuando se produce tal deficiencia, las señales no se transmiten tan eficazmente. Como veremos más adelante, los tratamientos actuales para la enfermedad de Alzheimer pueden ayudar a aumentar los niveles de estos mensajeros químicos en el cerebro, controlando así algunos de los síntomas.

El Alzheimer es una enfermedad progresiva. Esto significa que poco a poco, con el tiempo, se verán dañadas más partes del cerebro. Mientras esto sucede, los síntomas aumentan y empeoran.

Los síntomas

Los síntomas de la enfermedad de Alzheimer generalmente son leves al principio, pero empeoran con el tiempo y comienzan a interferir con la vida diaria. Existen varios síntomas muy comunes, pero es importante recordar que cada persona es única. Puede que dos personas con la enfermedad de Alzheimer no experimenten la condición de la misma manera.

Para la mayoría de las personas con la enfermedad de Alzheimer, los primeros síntomas son los lapsos de memoria. En particular, pueden tener dificultad para recordar hechos recientes y aprender nueva información. Estos síntomas se deben a que el daño inicial se produce en una parte del cerebro llamada hipocampo, que tiene un papel central en la memoria del día a día. La memoria para los eventos de la vida que sucedieron hace mucho tiempo a menudo no resulta afectada en las primeras etapas de la enfermedad.

La pérdida de memoria interfiere cada vez más con la vida cotidiana a medida que la condición progresa. La persona puede:

  • perder artículos (por ejemplo, llaves, gafas) alrededor de la casa
  • esforzarse para encontrar la palabra correcta en una conversación u olvidar el nombre de alguien
  • olvidarse de conversaciones o eventos recientes
  • perderse en un lugar o viaje familiar
  • olvidar citas o aniversarios

Aunque las dificultades de memoria suelen ser los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer, la persona también tendrá problemas con otros aspectos del pensamiento, el razonamiento, la percepción o la comunicación. Puede presentar dificultades con:

  • Idioma: dificultad para seguir una conversación o repetir lo mismo una y otra vez.
  • Habilidades visual-espaciales: problemas para juzgar la distancia o ver objetos en tres dimensiones, subir escaleras o aparcar el coche.
  • Concentración, planificación u organización: dificultad para tomar decisiones, resolver problemas o realizar una secuencia de tareas (por ejemplo, cocinar una comida).
  • Orientación: sentirse confundido o perder la noción del día o la fecha, sin poder recordarlo.

Una persona que atraviesa las etapas iniciales del Alzheimer a menudo tiene cambios en su estado de ánimo. Puede llegar a sentirse ansiosa, irritable, deprimida. Muchos pacientes se vuelven retraídos y pierden interés en las actividades y aficiones.

Las etapas más avanzadas…

A medida que la enfermedad de Alzheimer progresa, los problemas con la pérdida de la memoria, la comunicación, el razonamiento y la orientación se vuelven más graves. La persona necesitará más apoyo en su rutina diaria. Algunas personas comienzan a delirar, creyendo cosas que son falsas o con menos frecuencia, ven y escuchan cosas que realmente no han pasado (alucinaciones).

También desarrollan comportamientos que parecen inusuales o fuera de lugar. Estos incluyen agitación, hablar en voz alta, repetir la misma pregunta, trastornos del sueño o reaccionar agresivamente. Tales comportamientos pueden ser muy molestos o difíciles de soportar para el mismo paciente y su cuidador.

En las últimas etapas de la enfermedad de Alzheimer se puede llegar a ser mucho menos consciente de lo que está sucediendo a su alrededor. Se puede tener dificultades para comer o caminar sin ayuda y llegar a ser cada vez más frágil. Con el tiempo, la persona va a necesitar ayuda en todas sus actividades diarias.

La rapidez con la que progresa esta enfermedad y la esperanza de vida varían mucho. En promedio, las personas con Alzheimer viven de ocho a diez años después de los primeros síntomas. Sin embargo, esto varía mucho, dependiendo sobre todo de que tan adulta era la persona cuando experimentó los síntomas por primera vez.

Demencia mixta

Se estima que el 10 por ciento de las personas con demencia tienen más de un tipo al mismo tiempo. Esto se conoce como demencia mixta. La combinación más común es la enfermedad de Alzheimer con demencia vascular (causada por problemas con el suministro de sangre al cerebro). Los síntomas de este tipo de demencia mixta incluyen una mezcla de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular.

Enfermedad atípica de Alzheimer

En algunas personas con la enfermedad de Alzheimer los primeros síntomas no tienen que ver con la pérdida de memoria. Esto se conoce como la enfermedad de Alzheimer atípica. El daño subyacente es el mismo (placas y ovillos), pero la primera parte del cerebro afectada no es el hipocampo.

La enfermedad atípica de Alzheimer es poco común en aquellos pacientes diagnosticados que tienen más de 65 años y representa alrededor del cinco por ciento de la enfermedad de Alzheimer en este grupo de edad. Sin embargo es más común en personas menores de 65 años (enfermedad de Alzheimer de inicio temprano). Este grupo de edad representa hasta un tercio de los casos.

Las formas atípicas de la enfermedad de Alzheimer son:

  • Atrofia cortical posterior: ocurre cuando hay daño en las áreas de la parte posterior y superior trasera del cerebro. Estas son áreas que procesan la información visual y tratan con la conciencia espacial. Esto significa que los primeros síntomas de la ACP a menudo son los problemas para identificar objetos o leer, incluso si los ojos están sanos. También se puede tener dificultades para juzgar distancias al bajar escaleras o para la coordinación.
  • Afasia logopénica: implica daño en las áreas del lado izquierdo del cerebro, las cuales se asocian al idioma. La persona afectada suele hablar haciendo largas pausas.
  • Variante frontal de la enfermedad de Alzheimer: involucra el daño en lóbulos de la parte delantera del cerebro. Los síntomas suelen ser problemas con la planificación y la toma de decisiones. La persona también puede comportarse de manera socialmente inapropiada o parecer no preocupado por los sentimientos de los demás.

¿Quién desarrolla la enfermedad de Alzheimer?

La mayoría de las personas que desarrollan la enfermedad de Alzheimer lo hacen después de los 65 años, pero personas menores de esta edad también pueden desarrollar el Alzheimer de inicio temprano. El desarrollo de la enfermedad de Alzheimer está ligado a una combinación de factores, algunos de ellos se pueden controlar, por ejemplo el estilo de vida, pero otros no, como la edad y los genes. Entonces, ¿cómo saber si estamos en riesgo?

Edad

La edad es el mayor factor de riesgo para desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Esta enfermedad afecta principalmente a las personas mayores de 65 años. Por encima de esta edad, el riesgo se duplica aproximadamente cada cinco años. Una de cada seis personas mayores de 80 años tiene demencia senil.

Género

Por razones que no están claras, hay casi el doble de mujeres que de hombres, mayores de 65 años, con enfermedad de Alzheimer. Esta diferencia no se explica completamente debido al hecho de que las mujeres viven en promedio más que los hombres. Puede ser que la enfermedad de Alzheimer en las mujeres esté vinculada a una disminución de la hormona estrógeno después de la menopausia.

Herencia genética

Muchas personas temen que la enfermedad pueda ser transmitida de un padre o abuelo. Los científicos continúan investigando los antecedentes genéticos en la enfermedad de Alzheimer. Existen familias con un patrimonio muy claro de la enfermedad, pasándola de una generación a la siguiente. En estas familias la demencia tiende a desarrollarse mucho antes de los 65 años. Sin embargo, estos casos no son los más frecuentes.

Generalmente la influencia de la genética en el riesgo de desarrollar Alzheimer es mucho más sutil. Algunos genes son conocidos por aumentar o reducir las posibilidades de desarrollar la enfermedad. Para alguien que tiene un pariente cercano (padre o hermano) que ha sido diagnosticado con Alzheimer, después de los 65 años, se incrementa el riesgo. Sin embargo, esto no significa que el Alzheimer es inevitable, todo el mundo puede reducir su riesgo viviendo un estilo de vida saludable.

Las personas con síndrome de Down tienen un riesgo particular de desarrollar la enfermedad, debido a una diferencia en su composición genética.

Salud y estilo de vida

Las condiciones médicas como la diabetes, derrames cerebrales, problemas del corazón, la presión arterial alta, el colesterol alto y la obesidad, son reconocidas por aumentar el riesgo tanto de la enfermedad de Alzheimer como de demencia vascular. Cualquier persona puede reducir su riesgo manteniendo estos aspectos bajo control. La depresión es otro factor de riesgo probable para la demencia, corregirla a tiempo es importante.

Las personas que adoptan un estilo de vida saludable, especialmente a partir de la mediana edad en adelante, tienen menos probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Esto significa practicar ejercicio físico regular, mantener un peso saludable, no fumar, llevar una dieta sana, equilibrada y evitar el alcohol.

Diagnóstico

Cualquier persona que esté preocupado acerca de la enfermedad de Alzheimer, o cualquier otra forma de demencia, debe buscar la ayuda de un médico. Cuando se tiene demencia, el diagnostico temprano tiene muchas ventajas, ya que proporciona una explicación para los síntomas de la persona, da acceso al tratamiento, asesoramiento y apoyo, permite prepararse y planificar el futuro.

No existe una sola prueba para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer. El médico de cabecera primero deberá descartar afecciones que pueden tener síntomas similares, como las infecciones, deficiencias de vitaminas, problemas de tiroides, depresión y efectos secundarios de los medicamentos.

El médico también hablará con el paciente y de ser posible, con alguien que lo conozca bien, acerca de su historial médico y de cómo los síntomas están afectando su vida. Generalmente suelen hacerse algunas pruebas sencillas de habilidad mental.

El médico puede sentirse capaz de hacer un diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer en esta etapa. Si no es así, por lo general remiten al paciente hacia al consulta de un especialista. Este podría ser un psiquiatra, un geriatra, un neurólogo.

El especialista evaluará los síntomas y cómo se han desarrollado. En la enfermedad de Alzheimer suele producirse un empeoramiento gradual de la memoria durante varios meses. Un miembro de la familia puede ser más conscientes de estos cambios que la persona afectada.

La memoria, el pensamiento y otras habilidades mentales también serán evaluados. Cuando alguien padece el Alzheimer, a menudo se olvida de las cosas con bastante rapidez, así que no será capaz de recordarlas a los pocos minutos, cuando se lo pregunten.

El paciente puede someterse a un escáner cerebral, para observar si en el cerebro han tenido lugar ciertos cambios. Los dos tipos de escáner más utilizados son la TC (tomografía computarizada) y RM (resonancia magnética). Este procedimiento puede descartar ciertas condiciones como un accidente cerebrovascular, un tumor o acumulación de líquido dentro del cerebro, ya que pueden tener síntomas similares a los de la enfermedad de Alzheimer. También ayudan a identificar el tipo de demencia en cuestión. En las etapas tempranas de la enfermedad, un escáner cerebral puede mostrar que el hipocampo y el tejido cerebral circundante se han reducido.

El diagnóstico siempre debe ser comunicado claramente al paciente y a las personas más cercanas, junto con una explicación de los próximos pasos a seguir.

Tratamiento y apoyo

Actualmente no existe cura para la enfermedad de Alzheimer, pero hay mucho que se puede hacer para gestionar la enfermedad. Esto implicará medicamentos, atención no farmacológica, apoyo y actividades diarias.

La persona debe tener la oportunidad de hablar con un profesional sobre su diagnóstico, ya sea con un psiquiatra, un psicólogo clínico, terapeuta o médico de cabecera ocupacional. La información sobre el apoyo y la orientación que están disponibles es vital para ayudarla a permanecer física y mentalmente bien.

Existen tratamientos farmacológicos para la enfermedad de Alzheimer que pueden aliviar temporalmente algunos síntomas o ralentizar su progresión en algunas personas. En las etapas leves o moderadas de la enfermedad de Alzheimer o la demencia mixta a menudo se prescriben fármacos como el donepezilo (Aricept), la rivastigmina (Exelon) o la galantamina (Reminyl). El medicamento siempre puede ayudar con problemas de memoria, mejorar la concentración y la motivación, ayudar con los aspectos de la vida diaria, como cocinar, ir de compras o las aficiones. En las etapas moderadas o graves de la enfermedad de Alzheimer o la demencia mixta se puede usar otro tipo de drogas, por ejemplo la memantina (Ebixa). Suele ayudar con la capacidad mental y la vida diaria, aliviando comportamientos perturbadores o desafiantes como la agitación y los delirios. También existen productos tecnológicos de asistencia, como recordatorios electrónicos y relojes-calendario que ayudan a lidiar con la pérdida de memoria.

Pero hay otras maneras de ayudar a conservar parte de la independencia y hacer frente a la enfermedad. Es muy beneficioso para la persona con Alzheimer se mantenga al día con las actividades que disfruta. Muchas personas se benefician de la lectura o los puzzles. Hay pruebas de que mantenerse mentalmente activo ayuda mediante la estimulación cognitiva. Realizar un registro personal, donde se compartan las experiencias de vida, puede ayudar con la memoria, el estado de ánimo y el bienestar. A medida que la demencia empeora, muchas personas disfrutan de actividades de conmemoración más generales.

Con el tiempo, se hacen más probables los cambios en el comportamiento de la persona, como la agitación o agresividad. Estos comportamientos a menudo son una señal de que la persona está en peligro. Podrían indicar dolor, malinterpretación de algo o alguien, o tal vez que se sienten frustrados o desanimados. Siempre se debe buscar y tratar de abordar la causa subyacente. Los enfoques generales no farmacológicos también ayudan, aquí se incluyen la interacción social, la música, la reminiscencia, el ejercicio u otras actividades que sean significativas para la persona. Por lo general son considerados antes de administrar medicamentos adicionales, especialmente los antipsicóticos.

Cualquier persona al cuidado de un paciente con Alzheimer puede sentirse muy angustiada por tales comportamientos. El apoyo a los cuidadores es especialmente importante, en todo momento.

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Artículo publicado por: Sandra Fernández Alonso. Última revisión: mayo 27, 2019.