La salud mental es un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y es capaz de hacer una contribución a su entorno.
La enfermedad mental es una condición reconocida y diagnosticable, que resulta en el deterioro significativo de las capacidades cognitivas, afectivas o relacionales de un individuo. Los trastornos mentales son el resultado de factores biológicos, de desarrollo o psicosociales y se pueden gestionar utilizando enfoques similares a los aplicados en la enfermedad física. Es decir, la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación.
Aunque los términos se usan indistintamente, la salud mental y la enfermedad mental no son la misma cosa, pero no son mutuamente excluyentes. A pesar de que la mala salud mental no define una enfermedad, tener mala salud mental se asocia con trastornos emocionales y deterioro psicosocial, comparable al de un episodio depresivo. Los efectos de la mala salud mental pueden ser graves y prevalentes, siendo más comunes que la depresión.
Los tres determinantes más importantes de la salud mental son:
- De qué forma nos sentimos con nosotros mismos
- De qué forma nos sentimos con los demás
- Cómo respondemos a la vida diaria
Estos factores están inevitablemente entrelazados.
La salud mental no es estática
Es importante recordar que la salud mental y las enfermedades mentales no son estáticas; cambian con el tiempo dependiendo de muchos factores. Algunos de estos factores incluyen los niveles de estrés personal y laboral, el estilo de vida y el comportamiento, la exposición al trauma y la genética.
Cuando las demandas para cualquier individuo exceden sus recursos y habilidades de afrontamiento, su salud mental se verá afectada negativamente. Dos ejemplos de demandas comunes que tienen la capacidad de afectarnos son:
- Trabajar largas horas en condiciones difíciles
- Cuidar de un familiar enfermo crónico
Las dificultades económicas, el desempleo y el estrés también tienen el potencial de socavar la salud mental.
Tipos de enfermedades mentales
Existen diferentes tipos de enfermedades mentales, así como existen muchos tipos de enfermedades físicas. Algunas de las características definitorias de una enfermedad mental son:
- que sea una enfermedad médicamente diagnosticable
- que cause deterioro cognitivo, afectivo y relacional significativo
- que sea el resultado de factores biológicos, de desarrollo y / o psicosociales
- que se pueda controlar mediante el enfoque de la prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación.
La investigación científica sobre las enfermedades mentales sigue evolucionando. A medida que pasa el tiempo, se están descubriendo y diagnosticando más condiciones mentales. Algunas de las más comunes y bien investigadas incluyen:
- Los trastornos afectivos: trastornos de depresión, manías y bipolaridad
- Los trastornos de ansiedad: trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de estrés postraumático, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de pánico
- Los trastornos psicóticos: esquizofrenia
- Los trastornos concurrentes: adicciones y abuso de sustancias
- Los trastornos de la personalidad: trastorno antisocial, trastorno de personalidad obsesiva-compulsiva
La enfermedad mental puede ser muy similar a la diabetes, las enfermedades del corazón o una lesión física, se puede vivir con ella y recuperarse. La recuperación no es un estado final, no significa que el individuo ya no tiene depresión, esquizofrenia u otra enfermedad mental. La recuperación significa que la persona se ha estabilizado y ha recuperado en parte su papel en la sociedad.
Aprender más sobre la salud mental y las enfermedades mentales es un paso crucial hacia la eliminación de los prejuicios y la promoción de una detección temprana y su tratamiento eficaz.
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Artículo publicado por: Sandra Fernández Alonso. Última revisión: diciembre 16, 2018.